No somos dibujos animados, somos de verdad

Esta frase puede resumir el día de ayer. Un día aprovechado. Tras las gestiones matutinas en el banco me cogí el AVE para Zaragoza. Una lástima el que hubiese plazas para turista, una vez que has probado la preferente cuesta volver con los obreros, sucios y sin clase. En fin, todo sea por la empresa.
Tras terminar con mis asuntos laborales, allá por la una de la tarde, quedé con Mornorë en un "Scotish Pub" llamado Loch Ness. No se han currado el nombre. El antro tenía un ambiente agradable, como el que deben tener las tabernas alrededor de la Universidad de Oxford. La verdad es que daban ganas de pedirse una pinta hasta la hora del té, pero no, yo no me dejo llevar tan fácilmente por los cantos de sirena de las bebidas espirituosas. Tras momentos de ponernos al día, llegó Pilar, una amiga de Ana, y tras una breve conversación de café, con los propios comentarios psoedes ante una foto de los miembros integrantes de "Apocalyptica" decidimos ir a comer a un sitio de bocadillos.
Tras descartar (no sé la razón) un griego y un Kebab (esto por mi aversión tradicional a las especias orientales) llegamos al bar de los bocadillos pero, como el tugurio estaba sin sitios para plantar nuestras hermosas posaderas, surgió la idea de ir a un japonés. Yo nunca había ido a un japonés, me pareció interesante la idea. Me puse tibio. No, yo no soy de esos de vivir el momento y de alucinarse en cualquier sitio, eso se lo dejamos a otros, pero realmente es que no paraban de traer comida y comida. Nos pusimos hasta arriba tres personas, algunas como yo de buenas tragaderas, por menos de 27 euros. Increible. Pero lo mejor es que comí todo con palillos, como si hubiese nacido para ello. Debe ser que tanto ver anime te termina por pegar sus costumbres.
Fue una lástima el no poder continuar una tarde amena porque no había billete de autobús para mi, así que me tuve que volver en tren en AVE. Bueno, ya aburriré a Ana con mis milongas otro día. La verdad es que así pude ver el partido. Que estuvo interesante. No disfrutaba tanto con la selección desde la época de Clemente.

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