No salió del todo mal

Estuvo bien el concierto. Al final estuvimos un grupito de cinco y creo que la edición del vídeo fue buena. Ya lo veremos.
El torneo de futbolín no salió tan bien. El primer partido nos pilló fríos, contra el líder del grupo. Nos ganaron fácilmente. El segundo partido lo ganamos nosotros con una gran actuación y con una paliza considerable. Estábamos crecidos. En el tercer partido nos jugábamos la clasificación a semifinales: el que ganara pasaba la ronda, y el otro se quedaba fuera de la competición. Todo empezó bien, ganábamos tres a uno, con dos goles míos. Eso estaba echo, sólo hacía falta un gol más, pero no llegó. Caímos tristemente, yo no me recuperé del palo en toda la noche, y más cuando esos que nos echaron llegaron a la final y no lo hicieron mal. En fin, así es el mundo del taxi.
Después estuve paseando solo por la calle, contemplando el paisaje, a esa gente que conoces porque la has visto un montón de veces pero ni siquiera sabes cómo se llama. Corría el fresco y no me apetecía hablar con nadie, así que me senté a ver cómo pasaba la gente y contemplar el comportamiento de la fauna en su medio. De vez en cuando iba al bar a darle un sorbito a mi cocacola caliente (y el viernes era caliente de verdad). La verdad es que estaba un poco apagado, pero no me apetecía volver a casa. Así que me quedé por allí hasta que se fue todo el mundo al que conocía.
Después viví una situación surrealista, de la que no voy a hablar. Sólo mencionar como en una calle paralela a Arturo Soria, yo calculo que a la altura de "La Prospe" o por ahí, había un contenedor ardiendo. Ahora recuerdo a un conocido que decía que en Madrid a esas cosas se le dan importancia y en otros sitios se mira para otro lado. La ignorancia sin control...
Bueno, tras unas horas en la casa de la alegría, decidí salir con unos coleguillas para dar una vuelta por el madrid guayote y comprarme unas zapatillas en la calle Fuencarral. Te da un subidón ir por esa calle, porque te sientes muy hombre. Pero bueno, tampoco podía salir mucho. Al igual que el domingo, que desconecté un poco de la rutina doméstica para contar unas milongas.
El contar milongas a veces viene bien. Veo gente que no puede milonguear a nadie y supongo que lo pasará muy triste.

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