Cosas que no sabemos por qué hacemos

Sí, otra vez me (nos) han engañado para ir al "picadero" de Candeleda. Y sí, otra vez al "picadero" no se le dio el uso para el que fue diseñado. Cuatro horas de viaje entre ida y vuelta, moscas kamikaze, problemillas menores con el agua, actividades ilegales que no voy a mencionar. Hombre, estuvo bien, por Julio, pero nada más. Julito, te apreciamos.
El fin de semana por lo demás estuvo bien. Viernes intentando montar el ordenador, esperando que salga mejor que mi antiguo AMD que me dio más de un problema (abajo los que defienden el AMD sin dar argumentos). Y después la típica visita a la que ya empieza a ser nuestra zona de influencia.
Y el momento llegó, el momento en el que estás ahí y llega alguien y pregunta - qué, ¿cómo te ha ido la selectividad? - Son esos momentos en los que hechas la vista al pasado y no te acuerdas la última vez que oiste esa expresión. Lo dejas pasar, porque al fin y al cabo no va contigo, pero entonces te preguntan directamente a ti - ¿cuánto tiempo llevas viniendo por aquí, porque yo vengo desde hace mucho cuando aún estaba abierto el Rebotes?. - Claro, uno se acuerda que la primera vez que fue por ahí, el Rebotes aún no existía, y dices, Dios, ¿este tío es un pipiolo y cree que soy de su quinta?. Te sientes joven por fuera pero por dentro sabes que la edad de los elfos se está acabando... ¿Frágolas de los bosques, tendremos que marcharnos de la Tierra Media?
No hubo muchas anécdotas nocturnas. Sólo quizá el hecho de pasar la mayor vergüenza ajena de mi vida (compartido por más personas), el que nos tiraran un mini de Kalimotxo (esos amigos de Laura) y el ver un ataque aereo desde las ventanas del vecindario.
No estuvo mal el fin de semana.

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