Aquella tarde de primavera

A veces echo de menos HFC. Sus milongas, sus patrañas, la manera en la que se mantiene el contacto con la gente que no ves de otra manera. Supongo que eso es lo que realmente buscaba en HFC, el contacto con la gente, el sentirme importante entre los míos. Pero de aquello solo queda el recuerdo, el recuerdo de una época que se glorifica con el paso del tiempo, olvidando los malos momentos y celebrando los buenos.


Hoy en día ya no tengo más esperanzas puestas en esta, nuestra lista. Solo queda pensar por qué la dejamos perder. Yo quizá sí lo sé, pero tampoco puedo estar seguro del todo. Lo único cierto es que ya no está y no puedo recuperarla. Ha sido el derrumbe de un edificio construido en los cimientos de una estructura débil, a pesar de pensar en un principio que no era así. Es una lástima, sobre todo por lo que se perdió por el camino y por lo que esto pudo haber sido.


Pero no me gustaría acordarme de lo que nos hundió y sí de lo que nos unió. Aquella tarde de primavera en la que se fraguaban nuevas relaciones, intercambios de opiniones que se veían con respeto y cariño a pesar de la aparente falta de formalismo y educación. A todo lo que nos condujo aquello era siempre positivo. Más relación, más contacto y, por supuesto, más cariño, sobre todo cariño. Porque eso es lo que había en HFC, el orgullo de saber que contabas ahí con una base de apoyo para los malos momentos que no fallaba. Ya fuera un día triste y gris, una dura jornada laboral o uno de esos días en los que todo sale mal.


Quizá dejé la dinámica hachefecista por nuevos retos personales. Quizá lo hice por rencor frente a lo que consideraba mío y resulto no serlo. Quizá sólo quise demostrarme a mí mismo que era capaz de ser independiente de una lista que llegó a absorberme y a atraparme de una manera casi enfermiza. Lo cierto es que me enfadé con ella y, por extensión, con todo lo que implicaba. Es algo habitual, siempre terminas echando la culpa a quien más te quiere, llevas al límite a quien más cuerda te da, pones a prueba a los que siempre están ahí; pero ¿y qué pasa si la cuerda se rompe?


Supongo que ese es el momento en el que ves a los que realmente están contigo y los que no. El momento en el que ves que sólo hay dos o tres nexos de unión entre ti y los que te rodean. No todo el mundo que comparte una buena tarde de primavera querrá compartir las frías mañanas de invierno.

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