A lo viejo se le coge cariño

Es innumerable la cantidad de objetos que tengo con más de una década de antigüedad. Ropa, electrodomésticos, complementos... Son objetos que en algunos casos hasta han dejado de servir pero aún así les guardo un especial cariño.
Tengo una cartera que debe tener como 15 años o así. Está sucia, vieja, rota y no me entran los documentos, pero no me imagino mi vida sin ella. Como mi radio despertador, que ya tiene más de 18 años y sigue despertándome cada mañana como el primer día.
Lo peor es cuando hay alguien que te pide que lo tires. ¿Por qué he de tirar algo que forma parte de mi vida? Mi cartera estaba ahí en todos mis grandes y en los malos momentos. Tengo un montón de anécdotas. Mis sudaderas las asocio a momentos de mi vida que me gusta recordar ¿por qué me he de deshacer de mis recuerdos?
La gente que no aprecia sus objetos creo que tiene un problema, porque o no ha tenido momentos en los que pueda asociar ningún objeto o tiene una falta de afectividad tremenda. Yo no me voy a deshacer de mis cosas viejas que me traen recuerdos. Todavía de vez en cuando busco cosas en los cajones y me entra una morriña que te deja una sensación agridulce que me gusta. Porque recuerdas esos buenos momentos, aunque también los ves lejanos.
Tirar esos objetos es como tirar tus fotos antiguas. No son fotos, pero tienen la misma función. Se me podría reprochar el que está bien que guarde esos objetos pero que no los use, pero es que me gusta seguir viviendo con ellos más experiencias. Qué pasa, soy así. Y al que no le guste, que se vaya a otro blog.

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