Perros suicidas

La precognisción... Ni siquiera sé si es una palabra que se me acaba de ocurrir, espero que no, porque hablar de algo que sólo existe en tu mente es muy propio de orates y desubicados, aunque a juzgar por la publicidad que se automatiza en el "blog" (bitácora) este a lo mejor no es muy descabellado pensar en la insanidad mental del autor.
Ayer iba por la calle conduciendo un vehículo a tracción, cuando vi un señor paseando su perro con forma de rata. De hecho posiblemente hay ratas más grandes que ese perro. En ese momento me imaginé un perro debajo de la rueda del vehículo que manejaba.
Tres horas más tarde, un perro se me arrojó debajo del coche. La dueña me pidió disculpas porque me he debido dar un susto de muerte o algo. No, la verdad, hice por no atropellarlo pero quicir, la insensibilidad es una de mis características y no me preocupó lo más mínimo. El perro debió de salvarse en el último momento. La verdad es que vi a la parejita que llevaban al perro pero al perro no, y estaban en el otro lado de la acera y yo pasé muy despacito. En ese momento el perro-rata se les debió escapar, ya que no lo llevaban atado, y claro, yo no me imagino que detrás de un coche aparezca un bicharraco que no levanta 30 centímetros del suelo. Frené, calé el coche y tal. La señora se disculpó, como ya dije antes, diciéndome que siempre lo llevan atados y que me debí dar un buen susto.
Mi reacción fue: "no pasa nada". No utilicé mi clásico "le puede pasar a cualquiera". La señora se debió quedar contrariada esperando encontrar un energúmeno violento despotricando contra su incosciencia por dejar un animalillo suelto por la calle, con el consiguiente peligro que tiene para él y para el tráfico, porque eso sí, es pequeño pero rápido. Pero no, se encontró con un "colgao" que le dijo que no pasaba nada.
En fin, ¿será el principio de la actitud? En verdad os digo que quien niege el perdón a quien lo solicita tendrá más dificil su paso al Reino de los Cielos que un camello por una aguja*.
*Aguja: Pórtico característico de las ciudades de oriente próximo en las que una construcción dejaba un hueco por debajo, muy estrecho y angosto, para comunicar dos calles.

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