Comprometer a la gente

En este periodo de tiempo que llevo conviviendo con los humanos me he encontrado con un grupo de ellos un tanto peculiar. Se trata del hipócrita comprometedor. Seguro que todos nos hemos encontrado a varios de estos en la vida porque son bastante numerosos. No son muy peligrosos, es más, se podría decir que son inofensivos, pero son extremadamente pesados y cansinos.

Antes de definir el comportamiento del hipócrita comprometedor definamos al comprometedor simple, suponiendo que todo el mundo sabe lo que es un hipócrita. El comprometedor es aquella persona que se acerca a ti a hacerte preguntas retóricas inoportunas con el único fin de que contestes no de manera sincera sino de una manera totalmente como el comprometedor quiere. Principalmente las preguntas suelen basarse en algún aspecto o cualidad del comprometedor que él considera especialmente virtuosa en él pero que no siempre coincide con la percepción del preguntado. Obviamente la pregunta es capciosa. Por ejemplo, si alguien te pregunta - "¿A que este plato que he preparado está riquísimo?" - te deja en una situación muy comprometedora si el plato te parece una auténtica bazofia. Obviamente, el comprometedor busca que le digas que te ha encantado con independencia de que sea verdad o mentira.

La característica básica del comprometedor es que no es crítico consigo mismo, incapaz de admitir no solo su posibilidad de error, sino de admitir que haya discrepancias con su forma de pensar. Claro, si tu pensamiento está en consonancia con el del comprometedor no habrá ningún problema, pero si estás en otra frecuencia de pensamiento, el comprometedor te pondrá en una situación muy incómoda.

Es aquí donde aparece el hipócrita. El hipócrita, por definición, actuará de una manera incoherente con lo que predica y, por lo tanto, si es un comprometedor, no dudará en comprometer a los demás y se molestará mucho cuando eso se lo hagan a ellos.

La verdad es que no sé muy bien cómo tratar a este tipo de personajes. Es muy molesto el que te pregunten cosas que no tienen una respuesta, por decirlo de alguna manera, diplomática y que si tú, en tu hartazgo, le haces una de esas se lo tomará muy mal. En fin. Tampoco es tan grave.

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