La resolución de un conflicto: Es la hora del diálogo.

Hay días que es mejor no levantarse. Ese fue ayer. Todo salió mal. En fin. Yo creo que fue el día entero, desde las 12 de la noche, es decir, los primeros instantes del día 15 de octubre de 2006.

Son cosas que no entiendo. Todos tenemos problemas, pero no intentamos pasárselos a los demás. Bueno, a lo mejor hay gente que lo hace voluntariamente, pero eso no me interesa. La vida es compleja, y a veces se muestra incoherente. Por ejemplo, si tienes un conflicto personal como que no guste el comportamiento de cierta gente. Eso te provoca una sensación de enfado. Hablemos en primera persona, eu una situación así me sentiría ultrajado, vejado, pisoteado por el comportamiento de otros. Pero era una sensación personal mía. Yo tenía un problema y así lo afronté.

Qué pasa cuando ese problema lo tienen otras personas. Supongo, que en la medida de que le sea conveniente, lo intentarán resolver en su conflicto interno. Pues no, el problema lo vuelves a tener tú. Es decir, si te enfadas con los demás, el problema es tuyo, porque te estás enfadando y si se enfadan contigo, también el problema es tuyo, porque lo has provocado.

No me gusta ir de víctima por el mundo, pero llegas a una situación de indefensión absoluta que llega a resultarte cómica y te llegas a plantear si merece la pena. Realmente no necesito la aprobación de todo el mundo, y menos de gente que demuestra en numerosas ocasiones un desprecio continuado hacia tu persona.

Nadie está por encima del bien y del mal, todos nos confundimos y actuamos de manera incorrecta. Pero la incorrección es subjetiva, nadie puede reservarse el derecho de sentenciar lo que es apropiado o no en cada momento. En un momento determinado, puedes considerar no apropiada la actitud de alguien y sentirte molesto por ello. En esa situación tú decides si te compensa cambiar tu trato con el causante de esa molestia o cortar por lo sano, es una decisión personal, pero no puedes esperar que el que supuestamente te molesta cambie su forma de ser o de pensar, entonces lo más probable es que no te merezca la pena.

Yo conozco personas que se enfadan con otras, con motivos o no, y se dejan de hablar. El problema en sí lo tiene el que dejó de hablar por sentirse ofendido. Sí, claro, el que ofendió es, por decirlo de algún modo, "culpable" de propiciar esa situación de conflicto, pero el molesto tiene que recapacitar por qué se molestó y si le compensa convivir con alguien que le molesta.

No estamos hablando de un hecho puntual, esto es algo más filosófico. Trata de las relaciones humanas, cómo convivir. Es complejo, siempre se dice que el respeto por los demás es la fuente de la convivencia. Pero hasta dónde llega el respeto. Dónde el respeto se convierte en sumisión y anulación de la voluntad. Ese es el problema real. Hay gente que no puede vivir si no está totalmente libre de poder expresar cualquier sentimiento que tenga, aunque en ese momento pueda llegar a ofender. Esa gente, quizá tenga un problema de convivencia social. En el otro extremo está la gente que es incapaz de oír cualquier tipo de crítica o comentario contrario a su forma de pensar, lo que se llama guardar las formas en todo momento. Está claro que entre ambos extremos hay términos medios, momentos y situaciones.

No todo el mundo se comporta igual en todos los ámbitos. En unos momentos puedes ser políticamente incorrecto, y en otros guardar las formas. Pero se supone que hay una convención no escrita que te marca esos momentos. Si estás en tu puesto de trabajo, las formas priman hasta puntos que en ciertos momentos pueden llegar a rozar el ridículo. Si estás entre amigos de toda la vida, se emplea el término de la confianza da asco. Pero ¿hasta dónde da asco la confianza?

Está claro que eso depende de la relación que tengas habitualmente. Una persona que se llamaría correcta y formal, de repente chocaría que se saliese por la tangente y utilizase alguna expresión políticamente incorrecta, y al revés. Y aquí está el meollo de la cuestión, y es los límites del trato. Hasta qué punto la gota colma el vaso. Supongo que un trasgresor del buen gusto que es tolerable durante un periodo de tiempo prolongado, puede llegar a resultar excesivo por acumulación. ¿Entonces, quién tiene el problema?, ¿el ofensor o el ofendido?

Es un caso complejo al que seguro que todos nos hemos enfrentado alguna vez. Aunque la gente suele verlo más simple, el culpable siempre es el otro, y ni tú ni yo nos libramos de este pensamiento. Lo he visto en innumerables ocasiones. Y es que al final no se disecciona el problema tan a fondo, se queda uno en el primer paso, en el de si la ofensa tenía justificación.

Una ofensa nunca tiene justificación, el problema es, como llevo diciendo todo el rato, en cómo calificamos una acción de ofensa. Y claro, lo más objetivo es llegar a la conclusión de que la ofensa se produce en el momento en el que hay un ofendido, sin más. Y de aquí volvemos al punto inicial de partida, hay gente que es más propensa a ser ofendida, y gente que es más propensa a ofender.

Al principio del argumento llegué a la conclusión de que el ofendido tiene el problema. Sí, el ofensor también lo tiene, pero en menor medida, ya que el ofendido es el que tiene que recapacitar si realmente merece la pena ofenderse por ese acto. Si tras la meditación y la reflexión decide que sí, entonces deberá plantearse si pide explicaciones al ofensor, dialogarlo y llegar a una situación de confrontación de posturas, o si por el contrario, decide enconarse en el rencor y, en algún caso, en la venganza.

Una vez que se ha optado por el primer caso, la pelota está en el tejado del ofensor. Él decidirá si su ofensa lo es y pedir disculpas o si no lo es. En este caso le quedará cotejar si le merece la pena estar a bien con el ofendido, y dar unas disculpas puntuales, aún sabiendo que su postura no va a cambiar, dar unas falsas disculpas, o directamente exponer su punto de vista.

Sin duda alguna el camino del rencor y la venganza es el más fácil, el del diálogo es más doloroso. Entre otras cosas porque ni siquiera sabes si servirá para algo. Pero supongo que siempre merece la pena intentarlo. El rencor y la venganza siempre te estarán esperando, y la oportunidad del diálogo no siempre está presente.

La paz, implica el perdón, y quizá todos tengamos algo por lo que pedir perdón. Aquí surge otro problema, si el momento del inicio del diálogo es momento para pedir que se disculpen por lo hecho en el pasado o intentar resolver sólo el conflicto puntual. Yo creo que con la resolución del conflicto puntual avanzas para la resolución total del conflicto, pero en algún momento habrá que poner todos los problemas sobre la mesa de negociación. Sólo así se sabrá si el conflicto alguna vez se resolverá, por lo menos en esta generación.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
El ofensor debe es responsable de sus actos, por lo tanto, si tiene en consideración a la persona ofendida deberá obrar en consecuencia.

La actitud del ofendido no deja de ser una *reación*, el acto proactivo, y por lo tanto cuasante del conflicto, es el del ofensor.

Mas aún si el ofendido y el ofensor se conocen, ya que este último podía haber previsto de antemano las consecuecias de sus actos.
Victorino Blanco ha dicho que…
¿qué significa proactivo?
Anónimo ha dicho que…
*reactivo* es actuar ante un estilmulo externo, es decir, ante un acto provocado por otro.

*proactivo* es actuar por iniciativa propia, sin que nadie te hay inducido o condicionado a ello.

En todo caso, creo que existe una cosa llamada diccionario que sirve para saber estas cosas
Victorino Blanco ha dicho que…
dime en qué diccionario puedo buscar "proactivo"... en la RAE no.
Anónimo ha dicho que…
Dios vaya ladrillazo....

Bueno, mi opinión sobre todo esto: Si a tí te ofende alguien, y esa persona no es consciente de ello porque no se lo has dicho, no esperes que te pida perdón. Deberías decírselo.

Y en el otro caso, en el que tú has ofendido y así te lo han hecho saber, creo que deberías pedir perdón.

Sinceramente, creo que es muy fácil.
Victorino Blanco ha dicho que…
No es tan fácil. Mira te pongo en situación. Este verano, he sido ofendido por alguien (el correo va de eso), yo me sentí mal ante una acción del que me ofendió. Claro, el que me ofendió no se estaba dando cuenta, el caso es que todo el mundo con quién hablé dijo que era paranoias mías, y tal, y casi tengo que pedir perdón por haberme ofendido.

En otras ocasiones ha sido al revés. El que he ofendido he sido yo, por ejemplo hace un par de años hice algo que molestó al mejor amigo de un colega, sin darme cuenta y sin intención. El caso es que también tengo que pedir disculpas yo.

En mi caso, yo lo hablé con el que me ofendió y eso, era un problema mío.

En el segundo caso, dejó pasar el tema y no se habló.

Al final es un problema de no reciprocidad con la gente.
María ha dicho que…
Una persona en el trabajo me ofendió por mi origen y porque hay mucha convulsión social y controversia respecto de mi pueblo de origen. Según esta persona soy de una provincia rica y nada más, y por eso no tengo derecho a defenderme. Cuando la verdad es que vivo con lo justo, en un barrio humilde del conurbano bonaerense. Aparte de haber provocado la discusión con su mayor mala intención, lo único que esa persona quería era humillarme en vez de sostener una discusión sana. Yo hablaba tratando de exponer mi punto de vista y él me interrumpía. No me dejaba ni hablar, era como si me taparan la boca. El no sabe lo que es venir de una ciudad pequeña y tener que adaptarse a la gente complicada de una ciudad tan grande como la que vivo. Me pidió disculpas pero pude darme cuenta de lo falso que era. Cada vez que pasa le vuelco la cara, no le hablo. No fui yo la que generó el problema, fue él, así que no pienso hablarle. Vengativa no soy, pero no perdono. Justamente, soy respetuosa con todos y prudente para no ofender, pero también espero del resto el mismo proceder.
Victorino Blanco ha dicho que…
Hola María:
Gracias por tu comentario. Tu caso parece un ejemplo de la situación en la que el que te ofende lo hace sin tener intención de hacerlo, aunque es obvio que lo ha hecho. Según tus comentarios a ti tampoco te interesa mucho ponerte a bien con tu compañero, quizá porque un tipo así, que se va metiendo contigo por tu procedencia y, además, es incapaz de darse cuenta de que te hasta haciendo daño, no merece la pena.

Es una actitud que yo considero racional.

Tu reflexión final me hace pensar y te plantearía una cuestión ¿Has pensado que alguna vez has podido ofender sin darte cuenta? Yo me remitiría al comentario de Bortx, que siempre es un tipo cabal.
Anónimo ha dicho que…
Hola, muy interesante el post, saludos desde Argentina!
Anónimo ha dicho que…
Interesante post, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)

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