El exotismo y la diferencia:

15 de Septiembre 2006, Barcelona, Cataluña, África.
Tarde gris en Barcelona, ciudad sin ley, o con demasiada que para el caso es peor. ¿Dónde vamos? - Hay una tienda de chocolate en el Maremagnum (sí, ese sitio donde arrojan ecuatorianos al mar) - Pues vayamos a ver qué se cuece por allí, me apetece chocolate, soy "fan" del 70-75% y del chocolate con naranja.
Arrivamos al Puerto y vemos a un doble de Michael Jackson cuando era negro y que se supone que bailaba. En cinco minutos sólo vimos como intentaba "pegarse" con su reproductor de música callejero. Bien, pasamos del exotismo e iremos a lo que íbamos, a comer chocolate y, por qué no, a ver Clerks 2 que para eso el Maremagnum tiene unos multicines.
Nos metemos en la tienda de chocolate, está cerrada, un cartelito pone: "vuelvo volando" - ¿será literal? - No nos quedamos para comprobarlo, fuimos a los multicines. Alatriste, Garfield 2, la joven del agua... Por Clerks no me viene nada. Volvamos a la tienda de chocolate. Una maja dependiente está tras el mostrador y tiene chocolate 73% y de naranja, quiero una tableta de cada.
Unos sureños estaban en la tienda haciendo las típicas gracias del sur que a la gente del centro no nos hace gracia... los de Cataluña no creo ni que lo entiendan, pero no estamos aquí para fomentar el odio étnico y el interracial, para eso pinchen en el blog de HFC, a su derecha. Ahí. Continuemos. No tenía suelto así que pague con un billete de 50 euros, todo un dineral para una dependienta barcelonesa, allí debe ser que nunca han visto billetes de más de 3 euros.. Bueno, pues la chica pasa un rotulador por el billete, lo mira, le pasa la luz ultravioleta y, todavía no convencida, le hace un cortecito al billete. En fin, en Cataluña son diferentes.
Seguimos en nuestra búsqueda de una sala de una película que sólo llevaba una semana en cartel, medida infructuosa. Decidimos preguntarle a una taquillera de un cine de Barcelona si sabía de algún cine del pueblo en el que emitiesen tal película. Nos ponemos a la cola, y dos niñitas que no estaban todavía en edad de merecer compran su pase. Ya saben, en Cataluña son diferentes y pagan de uno en uno, así que la segunda niña pagó con un billetazo de 5 euros. Claro, la taquillera, que jamás habría visto un billete tan grande, lo cogió de los extremos y lo extiró y contrayó un par de veces para comprobar su resistencia. Tras ver que no se rompía con facilidad, lo pasó por la luz ultravioleta... En Cataluña son diferentes.
En el metro de vuelta al coche, además de que los vagones van al revés, porque son diferentes, ahí personajes de lo más curioso. No es que el metro de Madrid esté libre de fauna propia, pero en Barcelona hay un tipo de gente que realmente produce, un sentimiento, no sería capaz de describirlo. Hay un prototipo de barcelonés/a que lleva gafas de pasta de colores, peinados recogidos con pinzas de colores, tirabuzones, rastas o algún otro elemento similar. Llevan ropa de mercadillo pero de marca, y bueno, están muy preocupados por los problemas que afectan a la humanidad, porque son muy sociales. Su propuesta para arreglar los problemas del mundo es crear un sistema pseudofascista en el que el Estado controla todo lo que hace desde que naces en hospitales estatales regentados por tristes funcionarios hasta que mueres en funerarias estatales. Todo ello educado en escuelas estatales que siguen su programa educativo con su corte ideológico, desde los cero años, porque los padres no deben educar a sus hijos, son los funcionarios de la educación, hasta que sale con el postgrado a los 25. Después te compras una casa estatal, con un crédito de un banco estatal y pasas a opositar para no trabajar en un puesto del Estado. Lo ideal es ser funcionario para currar poco, pero exigir al resto de funcionarios que sí trabajan para prestarme los servicios que yo necesito.
Bueno, pues esa gente si la ves por la calle la identificas y Barcelona está plagada. Los catalanes son diferentes.
Sin olvidar que todas las calles son iguales, eso no me parece mal, pero me da la sensación de que siempre voy por el mismo sitio, y como toda la gente también es igual, con sus gafas de pasta y su ropa guayota, me da la sensación que doy vueltas una y otra vez por el mismo sitio, el mismo sitio exótico y diferente. ¿Cómo puede alguien vivir en Cataluña sin ser de allí y habriendo crecido como un guayote más?
Bueno, el caso es que pasee por las ramblas, todo lleno de gente que trabajaba en la calle quedándose quietos en una posición ridículas esperando a que alguien les tire un euro. ¿Cuándo exactamente dejaron de aplicar la ley de vagos y maleantes? Es gente diferente. Sí, en la calle princesa también hay, pero no es tan masivo. Aggh, va a pasar mucho tiempo hasta que me decida a volver a Catalufia, a menos que haya una partida de rol o algo que me motive.

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