Verdades y mentiras sobre la crisis económica

Se está hablando mucho de la crisis económica que parece estar vigente en la actualidad. Antes de analizar qué es lo que ocurre y cómo se podría solucionar es importante hacer un diagnóstico de los síntomas. Para ello lo mejor es emplear la estadística y observar ciertas variables para ver que nos indica:

La evolución de los precios según el INE en la Economía española de agosto de 2007 a agosto de 2008:
  • Los carburantes han subido un 20%
  • Los alimentos no elaborados han subido un 11.7%
  • La vivienda ha subido un 7.9 %
  • Los productos energéticos (electricidad, etc.) han subido un 17.6%
  • El índice general ha subido un 4.9%
  • La inflación subyacente es del 3.5%
Podemos decir que la inflación subyacente es moderada o ligeramente por encima de lo conveniente. La inflación general está en los límites de lo que se considera deseable (entre el 2.5 y el 5%). Por lo tanto, podemos concluir que no hay una crisis de demanda puesto que existe inflación y esta es relativamente elevada en todos los sectores.

El PIB ahora mismo en el segundo trimistre de 2008 creció un 1.8% y está viviendo una fuerte desaceleración. Es decir se puede vislumbrar un proceso de estancamiento.

Según los datos que hemos visto, tenemos estancamiento más inflación, sintomas propios de una crisis de oferta.

La primera gran mentira de esta crisis es equipararla a la crisis de 1929 que fue, básicamente, de demanda. En aquella crisis se produjo la incorporación durante las dos décadas anteriores a la crisis de todos los avances técnicos que se habían producido de manera acelerada durante el final del siglo XIX y el principio del siglo XX. Esto había tirado por los suelos los costes de producción de muchas industrias y había conseguido unos beneficios extraordinarios que atrayeron al capital internacional en dichas industrias. El exceso de producción prococó un exceso de stock que era imposible sacar adelante porque la demanda no era suficiente para acaparar todo lo que había en el mercado.

Los precios bajaron y las inversiones realizadas en la creación de empresas vieron como se había metido dinero en sectores saturados de oferta. Muchas empresas cerraron y despidieron a los trabajadores, que directamente se quedaron sin su sueldo, reduciendo aún más la demanda y haciendo que nuevas empresas quebraran. Todo esto iba ligado al hecho de que la mayor parte de las inversiones se hicieron con créditos, que no se pudieron devolver. Centenares de entidades bancarias quebraron por todo el mundo. Los precios bajaban y bajaban.

La solución planteada, tras erróneas políticas, fue una política fiscal expansiva vía gasto público. Es decir, el gobierno contrataba gente para hacer trabajos remunerados (obras públicas, aumentar cuerpos de policía, ejército, funcionarios, creación de escuelas públicas). Estos trabajadores ingresaban una nómina y podían adquirir parte de los excedentes de producción que se iban apilando y que no tenían salida. Las empresas que aguantaron se fueron salvando y la masa desempleada se fue recolocando gracias al sector público, los precios se recuperaron.

Una política fiscal expansiva en la situación actual vía gasto público tendría unas consecuencias similares, es decir, parte de la masa desempleada adquiriría un trabajo público y aumentaría la demanda, pero la inflación ahora ya es alta, simplemente hará que el efecto pobreza entre los que menos ganan sea más acentuado y que se desabastezca a parte de la población. Salvo que las medidas no sean automáticas y si discrecionales para esos colectivos más desfavorecidos (seguro de desempleo, cupones de alimento, vivienda y vestido, etc.).

Es evidente que la actual crisis tiene dos frentes: una inflación de costes y una crisis financiera.

La inflación de costes se puede ver claramente al observar los datos estadísticos que se han mencionado anteriormente. Los productos más encarecidos son las materias primas, es decir, combustibles y productos agrícolas y mineros. Es decir, la base primera de la producción. Se están encareciendo los productos que sirven para elaborar otros productos. En ambos casos el problema parece provenir de un crecimiento de la demanda que no ha sido correspondido por la oferta. En el caso de los bienen energéticos es probable que la técnica y la imposibilidad física hagan que esto sea muy difícil de solventar, aunque también hay acciones como las de la OPEP que perjudican mucho. El caso de los productos agrícolas es un claro efecto de las políticas proteccionistas de los países consumidores que impiden el normal desarrollo de un mercado internacional de productos agrícolas. Las trabas arancelarias impiden que los recursos se muevan libremente hacia aquellos productores agrícolas más eficientes y, por lo tanto, capaces de abastecer a la demanda a los mejores precios.

La crisis financiera es, si cabe, más compleja. Antes de analizar el porqué es importante señalar que las crisis financieras van siempre unidas a crisis cambiarias. No sé sabe muy bien qué es primero, pero lo que es claro es que las crisis financieras son también cambiarias. En este caso tenemos una situación que se inició en EE.UU. y cuyas prácticas fueron copiadas por entidades financieras de todo el mundo. También en la Economía española. Un incremento del precio de la vivienda, que todavía perdura, hizo que la especulación inmobiliaria fuera más rentable que la especulación bursatil y que las inversiones financieras tradicionales en fondos a plazo fijo o en proyectos empresariales. A pesar de todo, mientras el negocio funcionó había financiación para todos. Los suculentos resultados positivos que generaba la especulación inmobiliaria daba para aumentar la llamada "burbuja" y para financiar proyectos empresariales más "serios".

El problema ha surgido cuando al amparo de dicha especulación mucha gente trató de captar recursos para financiar su propia vivienda atraido por una oferta impresionante y unos precios hipotecarios accesibles para gente que en su vida hubiera pensado en poseer una vivienda en EE.UU. Gente que cuando tuviera un problema económico, se vería frente al problema de tener que pagar una hipoteca sin tener recursos para hacerlo. Las llamadas hipotecas basuras o créditos "subprime" surgieron en esta época en la que las entidades financieras no evaluaron correctamente los riesgos que suponía hacer cierto tipo de préstamos. Los primeros impagos se produjeron y la confianza en el sistema se tambaleó.

Así pues esta crisis financiera responde a una falta de confianza en el sistema para conceder nuevos préstamos en un momento en el que las entidades que más créditos de alto riesgo concedieron ven como ese alto riesgo explota en sus narices, pagando proyectos empresariales "serios" el pato no pudiendo hacer frente a los mismos y paralizando el sector empresarial.

Obviamente la crisis cambiaria no se ha hecho esperar. Durante estos años el dolar ha ido perdiendo valor frente al aparentemente fuerte euro. Una inversión real en Estados Unidos en el mercado inmobiliario, si era atractiva para un norteamericano imagínese como sería para un europeo que veía cómo podía adquirir propiedades hipotecadas en Estados Unidos a un tipo de interés bajísimo, sin ninguna posibilidad de rechazo de la operación y en una moneda que iba perdiendo valor constantemente. La oportunidad era única.

El modelo que estamos viendo está estudiado y analizado. Yo creo que se trata de un modelo de 2ª generación de crisis cambiaria y financiera. La peculiaridad de este modelo es que la crisis es coyuntural y no estructural. Esto es importante porque ya se oyen voces, algunas incluso dichas por premios nobel de Economía que realmente carecen de todo fundamento sobre un cambio en el paradigma económico y de cambiar totalmente lo que es la estructura financiera a nivel internacional y caídas de "muro de Berlín económico". Esta crisis financiera procede de una perdida de confianza por culpa de unas laxas políticas de evaluación de riesgo de entidades financieras que, como consecuencia, les ha llevado lógica y afortunadamente a la quiebra, quedando en pie aquellas entidades que no abusaron de esas prácticas y fortaleciéndose en el mercado aquellas que renunciaro a ello.

Otra peculiaridad de este modelo es el hecho de que las reacciones de los gobiernos frente a la crisis afectan a las decisiones de los agentes económicos debido a que la política de estos gobiernos no es lineal. En el caso de la política de la administración no sólo no es que sea variable es que es hasta inesperada por el más viejo del lugar. Obviamente parece que la prioridad del gobierno Bush no está en defender el tipo de cambio, tampoco en el BCE. Es previsible, por tanto, que aparezcan ataques especulativos. El propio Krugman, que gira un poco como una veleta en su papel de economista y político militante del partido Demócrata, ha dicho que no sabe cuantas devaluaciones del dolar se producirán, eso supone que cree que se producirán. En el último mes el dolar se está fortaleciendo respecto al euro, luego hay movimientos y claros.

La solución del señor Paulson ha sido errónea. Ha rescatado a las instituciones poco eficientes, las que se han metido ellas solitas en ese berenjenal. Además cínicamente dice que es en defensa del contribuyente, si quieres defender al contribuyente, defiéndelo a él directamente y no a AIG y las demás empresas que han vivido muy bien estos años arriesgando su capital y el ajeno.

Ahora ya hay quien dice que el mercado no funciona. Y viendo el resultado, el mercado ha funcionado perfectamente, lo que pasa es que a muchos, los Popes del "mercado cuando me va bien-intervencionismo cuando me va mal", no les ha gustado el resultado del mercado. Como bien dije un día, el liberalismo está en la izquierda, la libertad dilapida los privilegios, y quién más pierde en la libertad es el privilegiado.

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