Ayer y hoy

Hoy es uno de esos días que me he levantado feliz y se han ido torciendo las cosas. Y eso que la situación del mundo no es para estar del todo contento. O sí, supongo que como todo, va por barrios.

Y esa es una cuestión curiosa. Realmente nos hemos individualizado lo suficiente como para poder desarrollarnos perfectamente sin el resto de la sociedad. Eso es bueno, por una parte, pero quizá deje mucho que desear en cuantro a la ética del ser humano. O no, no sé, son cosas que están por encima de mi reflexión.

El caso es que ayer fue un día cargado de noticias. Cada vez más tengo como una discusión interna. Antiguamente, cuando ocurría esto, sacaba mi lado más radical y me escoraba a pensamientos poco moderados. Sigo haciéndolo, pero ya no lo expreso. Tampoco saco nada, sólo soy un individuo más en la masa. Eso también puede ser bueno o malo.

Ser un "rara avis" dentro de tu entorno tampoco es sencillo. Hay quien piensa que me mola ser diferente. Yo creo que lo soy sin más, no me regocijo en ello ni lo busco premeditadamente. Simplemente es que no comparto el pensamiento común.

Parece que hay una serie de valores naturales que siempre están ahí. Creo que la Teología lo llama Derecho Natural, y para la gran mayoría monoteista del planeta viene representado por las Tablas de la Ley que aparece en el fin del Éxodo del pueblo de Israel (o pueblo de Dios para los que les cuesta reconocer el origen hebreo de la tradición mosáica). A saber: no matarás, no robarás, honrarás a la familia, etc.

Pero a partir de ahí, parece que todo el monte es orégano, y que cualquiera puede atribuirse el derecho a definir su moralidad. Eso sí, también se arroga el derecho a decidir sobre la del resto. Es una situación muy compleja.

Y en esas estamos. Cada día es cada día y cada cual es cada cual. Lo que es positivo para unos no lo es para otros, y parece que dar satisfacción a toda la humanidad es imposible, así que trataremos de vivir cada uno lo mejor que podamos porque no queda otra.