Inteligencia Artificial

¿Se puede tener cariño a objetos inertes? La pregunta es mucho más fácil si pensamos en personas. Es obvio que podemos encariñarnos con personas de todo tipo, incluso aquellas que no conocemos. Parecería normal que nuestra familia, nuestros amigos y la gente de nuestro entorno nos provoque un sentimiento de cercanía que nos genere un interés hacia sus asuntos y un deseo por su bienestar.

Pero también se puede observar en el comportamiento humano como este cariño interpersonal rebasa las fronteras de las personas cercanas. Hay gente que sufre una total admiración por personajes que conoce a través de los medios de comunicación: actores, músicos, deportistas, etc. También por gente que está en su entorno pero con el que no tiene ninguna relación.

Pero no sólo eso, el cariño se puede tener hacia seres vivos no humanos como animales o plantas. Hay gente que daría su vida por su mascota o que no dudaría en permitir su muerte por salvar un árbol. Este tipo de afecto es menos comprendido por mucha gente pero está socialmente aceptado hoy en día.

Pero estamos viviendo una era en la que el afecto por el ser vivo se está trasladando al afecto por el ser inerte. Hace unas décadas la gente podía tener un cariño especial a su prenda preferida, o un objeto de su casa. Amor hacia el aparato de televisión y niños que tienen mucho aprecio por su juguete. Eran considerados enfermos con síndromes extraños que les hacían ser considerados monstruitos en la sociedad. Hoy, este afecto se traslada a aparatos más complejos. El teléfono móvil, el reproductor de mp3, etc. La conciencia colectiva asume que la vida de estos objetos es corta y su muerte provoca frustración pero no desesperación, son fácilmente sustituibles debido a que la interrelación con el objeto es escasa y unidireccional.

Pero estos objetos son cada vez más "inteligentes", por no decir autónomos. No es descabellado pensar que los objetos que se vayan diseñando en el futuro sean capaces de responder a estímulos de su propietario de una manera más eficiente y completa. Ya se han inventado reproductores de música que hacen una especie de análisis a través de la tensión y el ritmo cardiaco que detectan el estado de ánimo del individuo e intentan reproducir la música más conveniente para cada estado de ánimo.

El crear objetos inteligentes, sensibles a los estímulos, provocarán la reciprocidad en el ser humano. Los humanos reaccionan positivamente ante la empatía con sus estímulos. A medida que se "humanicen" los objetos, es decir, que se consiga que los objetos puedan actuar de manera inteligente y autónoma reaccionando ante los estímulos de su propietario, el ser humano experimentará también sentimientos hacia ese objeto de la misma manera que lo hace con su animal de compañía.

Y es que en el fondo parece que el ser humano es capaz de estimularse indirectamente. ¿por qué? Al parecer todavía no conocemos el verdadero potencial de la mente humana. Si todavía estás de acuerdo con lo que se ha escrito hasta aquí podremos estar de acuerdo en ciertas reflexiones que nos harán pensar aún más sobre el tema:

La mente humana es capaz de complementar los estímulos recibidos a través de los sentidos. Se han hecho multitud de experimentos en diferentes campos. La conclusión es que la imperfección sensorial es suplida por el cerebro que convierte esa imperfección en perfección. Cuanto más entrenado esté el cerebro mejor lo hará. Es decir, por ejemplo, podremos leer un texto aunque las palabras no estén bien escritas porque nuestro cerebro suple lo que no podemos captar a través de la vista. Hay más ejemplos: las madres son capaces de distinguir el llanto de su hijo entre decenas de otros llantos; su cerebro suple el "caos" sonoro que genera su audición. Una pintura o un dibujo simple puede estimularnos y darnos sensaciones a pesar de que el dibujo no sea tan realista como una foto; el Gernika provoca en mucha gente una sensación de terror con trazos grises. La estimulación de ciertas partes del cuerpo mediante el tacto puede provocar muchísimos sensimientos; zonas erógenas, especialmente sensibles, etc. El cerebro hace el resto.
Ante estos ejemplos de la forma de actuar el cerebro no nos queda más que pensar en la posibilidad de que el cerebro humano supla la imperfección de una máquina que es capaz de generar sensaciones satisfactorias "humanizándola" y sintiendo un cariño especial por ella. Digamos que se podría llegar a amar a una máquina por lo que tú has vivido con ella, aunque ella sea incapaz de sentir o padecer: el cerebro lo hace por los dos.

Digamos que esto deja una conclusión, el amor no necesita de dos individuos, sólo de uno. O eso creo. Pero le seguiré dando vueltas.

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