Último tren a Londres

Hace casi tres años que empecé a escribir en este sitio. Sin ninguna pretensión, sólo yo sé por qué empecé a escribir y nunca he querido contarlo. Ahora tampoco lo voy a hacer pero sí que tengo unas motivaciones secundarias que se pueden contar.
Básicamente empecé a escribir por un motivo concreto, por un hecho que me ocurrió unos días antes de empezar con el "blog" y por el interés en expresar lo que me pasaba por la cabeza ante ese hecho. En el fondo subyace mi interés por ordenar las ideas que pasan por mi cabeza. Y el mejor método que he encontrado para hacerlo es escribir. ¿Por qué en un sitio público? Supongo que por un cierto afán exhibicionista que tengo y porque aquí tengo facilidad para recuperar lo que dije y ver cómo ha evolucionado mi pensamiento a lo largo del tiempo.
Pues bien, ahora mismo estoy viviendo una sensación similar a la de hace tres años, sólo que tiene ciertos matices diferenciadores importantes. Recuerdo que en aquel momento la sensación que me causaba lo que acontecía era mucho más placentera, y no porque haya borrado lo desagradable del pasado, recuerdo perfectamente que era mucho más placentera. Supongo que, nuevamente, era cuestión de expectativas.
En aquella época se me cruzó algo por mi vida interesante y con unas buenas espectativas de que fuese bien. Ahora se ha cruzado por mi vida algo interesante, mucho más interesante incluso, lo que pasa es que ahora no tengo expectativas, sólo deseos. Esto genera incertidumbre, duda y nerviosismo.
Es increíble como el mismo sentimiento puede generar dos tipos de estado de ánimo sólo centrándose en las diferentes espectativas de que ese sentimiento pueda verse prolongado o no tenga remedio. Por aquel entonces me acuerdo que tuve una fecha de ultimátum que cumplí. El asunto no salió bien, o por lo menos no de la manera deseada en aquel momento, con el tiempo creo que tampoco era una gran oportunidad y no perdí mucho, de lo que más me alegro es de que me arriesgué, jugue, perdí, pero vi que el compromiso que hubiese supuesto el haber ganado aquel juego pordría haber sido a largo plazo ruinoso. Nunca se sabrá.
Sin embargo, el juego en el que me meto ahora sí parece mucho más rentable, quizá por ello lo veo más inalcanzable y, por lo tanto, menos fácil de jugar. Supongo que en las próximas semanas tendré posibilidades de decidirme si subo al tren, con la posibilidad de descarrilar, llegar a un buen destino o uno lamentable, o si lo dejo pasar. Ahora mismo tengo una oferta, un bono de descuento... lo que no quiere decir que no pueda coger ese tren en otro momento, incluso que pueda coger otro medio de transporte ahora o luego, pero la verdad es que ese es el tren que quiero coger, y creo que pasa por las paradas que me convienen. Sólo me queda saber si habrá plazas para mi o si se reserva el derecho de admisión.
Gracias a esta divagación, espero tener las ideas un poco más claras.

Comentarios

David ha dicho que…
Creo que no te sigo del todo bien, pero en cualquier caso (sé que precisamente a ti no hace falta que te lo diga) recuerda que lo bueno de los viajes no está sólo en llegar al destino final, sino también recorrer el camino.

Así que nada, espero que elijas lo que tú quieres, que a fin de cuentas es lo importante.
Victorino Blanco ha dicho que…
No creo que puedas seguirme. ¿Qué hacía yo hace tres años y en qué estaba centrada mi vida entonces?

Bueno, la verdad, es que sí es fácil seguirme, por lo menos para ti. Hay mucha más gente que seguro que sí que no tiene ni idea de lo que hablo.

Ojalá elija lo que quiero, pase lo que pase, aunque esto es como el mus, creo llevar buen juego pero no soy mano.

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